De nuevo el asombro y la incertidumbre con sello de corrupción más que de negligencia. Nos referimos a la bien planeada fuga de presos en Pedro Juan Caballero.
Las conjeturas y las acusaciones se posicionaron inmediatamente en los medios de comunicación, mientras en la sociedad como siempre se ha instalado la impotencia. Como en las películas más taquilleras de los últimos tiempos, nuestro país de nuevo es escenario del típico episodio donde se enfrentan los buenos y los malos, con la diferencia que en el final aquí ganaron los bandidos.
Los guardiacárceles de Pedro Juan Caballero, ni sus autoridades pudieron impedir que en pocos minutos seis personas alli recluídas bajo proceso judicial y acusados de asesinato, con armas en mano, salieran de la prisión sin mayor impedimento.
Un comando externo decidió rescatar a sus amigos tras una cuidadosa selección. Este hecho nos demuestra que los marginales no temen y están prestos para seguir burlándose de la justicia, de los organismos de seguridad y de la sociedad toda. No faltarán argumentos que intenten liberar de responsabilidad a quienes tienen el cuidado de las cárceles del país y en particular la de Pedro Juan Caballero.
Sin embargo, no se descarta que este bochornoso suceso forme parte de la encarnizada disputa interna que se viene acentuando dentro del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA).
El cruce de acusaciones entre los principales referentes de dicha nucleación política nos permite pensar que el revanchismo esta en marcha. Los hermanos Acevedo, uno senador de la Nación y otro intendente municipal de Pedro Juan Caballero, no ahorraron calificativos para acusar al Director de la cárcel de Pedro Juan Caballero, Catalino Díaz Florentin, de ser “el zorro que cuida el gallinero”.
Una denuncia pública de esta naturaleza grave y ofensiva debiera incomodar a Humberto Blasco, miembro del gabinete del Presidente Fernando Lugo y jefe de Catalino Diaz. El Ministro de Justicia Trabajo debería explicar que significan estas expresiones de sus correligionarios, hoy tambien en cargos públicos pero en la vereda de enfrente a la suya.
La fuga de los narcotraficantes de la cárcel de Pedro Juan Caballero no es un caso fortuito. Al contrario fue planificado y llevado a cabo sin mayores inconvenientes. Las explicaciones hasta ahora ambiguas y los justificativos que seguimos escuchando, antentan contra todo pensamiento racional y es perentorio su esclaracimiento cueste lo que cueste.
Hasta la próxima.
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